14 de septiembre de 2010

Dichosa fotografía



Observar esa fotografía era como asomarse a un utópico mundo o a nuestro incierto pasado. Al contemplarla no podías dejar de contener el aliento, sobrecogida ante lo que te ofrecía. En ningún momento te detenías a pensar en lo que realmente era: un trozo de papel ajado y amarillento; porque para una persona que no lograra captar su verdadera esencia no significaría más que eso.

Curiosa la variedad de percepciones que podemos tener de un mismo objeto los humanos. Mientras un individuo enloquecía de sombro o gritaba con terror, otro no obtendría otra reacción más potente que rascarse la cabeza con indiferencia, o quizás ignorancia. Sin embargo, lo que yo sentía era, en parte, muy distinto. Observar esa fotografía, esa captura de un instante que jamás volvería a repetirse, esa análoga escena, me invadía de una intensa curiosidad. Ansiaba saber por qué... No, más bien ansiaba saber cómo se podía captar tanta felicidad en un segundo, en un pequeño trozo de papel mortal.

La fotografía representaba, en blanco y negro, a una pareja joven sobre un fondo campestre. Uno estaba frente al otro, sus cabezas casi rozándose y sus barbillas ligeramente erguidas apuntaban al cielo. Las comisuras de ambas bocas estaban entreabiertas, ostentando unas rectas y blancas filas de dientes. Sus ojos estaban entrecerrados y el largo cabello de la mujer ondeaba con el viento.

Ojalá supiera qué es lo que les pasa, por qué emanan tal cantidad de energía y otros sentimientos prohibidos que en nuestro tiempo son imposibles. Quiero saber cómo es posible hacer eso, cómo se disfrutaba de la vida en otros tiempos.

Lo único que puedo afirmar es que en la actualidad estamos haciendo algo mal. La tecnología y demás avances nos han hecho olvidar lo que era vivir la vida. Y lo peor es que no hay vuelta atrás.

Año 2996


5 comentarios:

  1. Uf, me ha encantado, jo, síguelo :( es que tiene toda la buena pinta de una historia larga!!

    Un beso guapa!

    -Da-

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  2. Impresionante.
    Más que nada el final, que deja un sin fin de pensamientos en la mente.

    Besos!

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  3. Ya no hay mañana,
    brasas de satén,
    vuestro ardor
    es el deber.

    ¡La hemos vuelto a hallar!
    -¿Qué?- -La Eternidad.
    Es la mar mezclada
    con el sol.

    Arthur Rimbaud

    Tal vez, recuperando las pequeñas acciones, percatándonos de las diminutos detalles logremos recuperar la esencia y lo que es verdaderamente importante. Me gustó mucho tu relato, reflexionando.

    saludos.

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  4. Joé, es la tercera vez que pierdo el comentario. Error 503 dice la máquina. A ver si éste queda.

    La historia es buena y el final le da un giro fantástico, eso es lo que quería decir resumiendo. Y es todo un hallazgo.
    Sí que la pareja parece feliz, logras transmitir muy bien ese momento, esa poesía de papel fotográfico.
    Mmmm... Hace 30 ó 40 años, en el barrio, se conocían todos, dice la gente mayor. Ya no es así... El futuro está aquí, como bien señalas.
    Saludos.

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