18 de noviembre de 2009

¿Por qué correr?



Era una noche fría de verano. La oscuridad, helada y húmeda, hostil y despiadada, envolvía todo el jardín en un denso manto del que ni siquiera la más bella e inocente rosa podía huir.

Una neblina acuosa y opaca rodeaba los arbustos, los árboles…y la rodeaba a ella, en un furtivo abrazo letal.

En medio del frondoso jardín sólo se oía el chapoteo irregular que producían sus descalzos pies al pisar los profundos charcos de lluvia entremezclado con el leve murmullo de una ligera brisa nocturna que zumbaba entre los árboles y que hacía estremecer hasta el más mínimo hueso de su ser.

Sus pasos eran muy presurosos, corría como nunca antes lo había hecho en toda su vida. En su alma sentía un agudo pinchado de temor. Temor por haber llegado demasiado tarde, a pesar de que ya estaba segura de que así era.

Una ligera llovizna comenzó a descender del cielo y le nubló la vista, haciéndole más ardua aún la carrera.

El inextricable parque de olmos se le estaba haciendo interminable, tenía la sensación de llevar recorriéndolo horas y su respiración ya no podía mostrarse más agitada. Absorbía el aire a grandes bocanadas, pues no se atrevía a parar a recuperar el aliento.

En sus brazos comenzaron a aparecer franjas ensangrentadas, obra de los espinosos rosales que se cruzaban en su camino.

Pero ella corría, sabía perfectamente, o se podía hacer una idea, de cuánto mal encontraría en la meta de su carrera. Y, desde luego, no era nada comparable con la gloria.

Sus ojos no querían verlo; su corazón, sentirlo. El desolador espectáculo que tendrían que presenciar, cada vez estaba más cerca.

Sus manos, entumecidas, recogían las faldas de su camisón de color salmón para evitar tropezarse con las raíces de los árboles. Sin embargo, su mano derecha, mucho más tensa, portaba un papel arrugado y manuscrito que la lluvia ya había hecho ilegible. Ese papel, en apariencia insignificante, había sido el causante de su precipitada salida al exterior en ropa de dormir.

Vislumbró la recortada silueta de la fuente, indicadora del fin de su angustiosa carrera. En pocos segundos logró alcanzarla.

De pronto, sus piernas se detuvieron y le flaquearon, haciéndola caer de rodillas sobre el profundo barro.

Entrecerró los ojos, escandalizada.

Emitió un sonoro quejido y se desmoronó en chillidos e improperios.

Allí, bajo las reverberantes aguas de la fuente…

…una mirada perdida, mirando sin mirar, a todas partes y a ninguna…

…unos rebeldes bucles castaños que enmarcaban un mortecino—en otro tiempo dulce y bello—rostro, yacían flotando a su alrededor, dándole un aspecto siniestro y sobrenatural…

…y un pesado vestido hecho jirones y embarrado, que aún cubría su frágil y esbelto cuerpo…

Allí, sumergido bajo las cristalinas y turbias aguas de la fuente, yacía el inanimado cuerpo de Laura Strauss.


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Aquí os dejo uno de mis relatos cortos. Durante un tiempo estuve buscándole continuación para extenderla y escribirla en forma de novela, pero todas las hipótesis que barajé no tenían mucho futuro, y lo máximo que llegué a extenderla fue a unas 20 páginas U.U Pero aún sigo buscándole solución a la muerte de Laura Strauss...^^



Besos*

2 comentarios:

  1. holaaaaaaa mi linda amiga bloguera¡¡increible la de porque corres¡¡¡me gustoo¡¡¡
    premio en mi blog
    besotess

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